El SUGOV llegó a su aniversario número once. Una fecha especial que coincidió con la movilización social en el país. Ocasión para reafirmar nuestro compromiso con la lucha obrera.
Por Fernando Alexis Jiménez | Dirigente sogoviano
Los once años del SUGOV tuvieron una singular coincidencia: la movilización gigantesca de los trabajadores que inició en la sede del SENA, en Salomia, y concluyó frente a las instalaciones de la Regional del Trabajo, en la avenida de Las Américas.
La Alcaldía de Cali, como siempre, con sus pronunciamientos ramplones y destemplados, dijo que sólo participaron 800 representantes de la clase obrera.
“El desplazamiento estuvo enmarcado en la cultura ciudadana, en la tolerancia y el respeto. No hubo bloqueos, tuvimos una marcha que llegó casi a 900 personas diciendo lo que les disgustaba. No hubo necesidad de utilizar la Fuerza Público, no hubo ningún evento que lamentar“, aseguró Carlos Soler, secretario de Seguridad de Cali. Por supuesto, su perspectiva es la de milico en retiro, a quien toda expresión de protesta social, le produce urticaria.
En Puerto Resistencia se realizó otra concentración. Como siempre, en esa zona del oriente caleño, con amplia participación ciudadana.
UN ESTADO DE ALERTA PROVOCADOR
La administración del Alcalde, Jorge Iván Ospina, realizó el martes 19 de octubre, un Consejo de Seguridad, en el cual y tal como lo registra la seudo-revista Semana (porque hay quienes opinan que es un pasquín uribista), se declaró en “alerta por lo que pudiera ocurrir”.
De acuerdo con su pronunciamiento, estarían alerta para proteger las estaciones y los buses del MIO, con lo cual, confirma la posición que lo ha caracterizado, de satanizar la protesta social. Pero se quedó viendo un chispero, porque todo transcurrió en el marco de la normalidad, sin que esa normalidad, por supuesto, deje de evidenciar la inconformidad del pueblo con Duque y su dictadura.
En consonancia con sus temores, militarizó la ciudad. Fueron 1600 agentes de policía y 320 del ejército. Temía un nuevo alzamiento. ¡Lo que hay que ver y oír, definitivamente!
EL ESMAD ACANTONADO EN LA GOBERNACIÓN DEL VALLE
Pero la gobernadora, Clara Luz Roldán González, no se le quedó atrás. Acantonó el Esmad en el Palacio de San Francisco, como ha sido su costumbre. ¿Por las protestas? No, claro que no. Trajo a los alegres muchachos del escuadrón móvil anti disturbios, porque el Sindicato Unitario de la Gobernación del Valle—SUGOV—celebraba sus once años, un aniversario que no íbamos a pasar de agache.
No sabemos qué pensaba la funcionaria. Y lo que hicimos así de subversivo o clandestino, fue presentar el grupo musical Viento y Madera (que interpretó canciones sociales) para recibir a los compañeros empleados y contratistas, y entregarles a todos un detalle. Fueron más de mil ejemplares de bolígrafos de lujo, estampados con el logo del SUGOV. Es nuestra forma de compartir con todos, sin odiosas distinciones, la alegría de cumplir once años al frente del cañón, en defensa de la clase trabajadora.
Fue una jornada maravillosa. Emocionante, si queremos ser más específicos. Recibimos muchas voces de aliento. La solidaridad flotaba en el ambiente. “Ustedes han luchado por todos nosotros, le han puesto el pecho a la brisa. Gracias, compañeros”. Fue una expresión recurrente que escuchamos en todos.
HASTA LOS COMPAÑEROS DEL ESMAD RECIBIERON SU DETALLE
Es cierto, sabemos que el Esmad reparte garrote con generosidad en la protesta social. Pero más allá de su uniforme de robocop, que resulta intimidante, para nosotros, son clase trabajadora. De hecho, funcionarios explotados a quienes, desde un escritorio, los altos oficiales les dan la orden de arremeter contra su propio pueblo, el mismo pueblo al que ellos pertenecen.
A ellos les dimos su detalle sugoviano. Lo guardaron furtivamente. “Lo vamos a usar, téngalo por seguro”, nos decían.
Incluso, se tomaron una foto con algunos de los dirigentes del SUGOV. Una foto para la historia que reafirma nuestro convencimiento de que ellos, desde nuestra perspectiva, son pueblo precarizado, hombres y mujeres que, al término de su jornada, regresan a casa y, al día siguiente, hacen fila en un supermercado, pagando altos costos por los alimentos. Al fin y al cabo, también golpeados por la dictadura de Duque.
HOMENAJE AL COMPAÑERO ÁLVARO RUÍZ ERAZO
El 20 de octubre fue memorable. Celebramos once años de lucha ininterrumpida y comprometida con la clase trabajadora, pero, también, de aporte a la generación de conciencia alrededor de lo que somos: un pueblo explotado que debe despertar del marasmo y levantar su puño en alto para decir: “Basta ya de sometimiento”.
En el marco de este aniversario, se hizo un reconocimiento especial al dirigente y fundador sugoviano, Álvaro Ruíz Erazo. Un batallador de la clase obrera. Se formó inicialmente como economista en Colombia e hizo su especialización, por espacio de ocho años, en Cuba.
Y aunque le fue doloroso irse de La Habana, de las tardes de brisa junto al malecón de ocho kilómetros que bordea la ciudad y recibe como un abrazo gigantesco las olas del mar y el rumor de aguas embravecidas que traen desde tierras lejanas las voces de admiración por la lucha que han librado, Álvaro decidió regresar a su patria, a combatir ideológicamente desde otra trinchera: el sindicalismo clasista.
Desde su vinculación como profesional en la Gobernación del Valle del Cauca, Álvaro ha sido un defensor de la causa del pueblo, de los marginados, de los sin-techo, de los desempleados. Y fue, a la sazón, uno de los gestores del SUGOV porque no compartió—junto con quienes le acompañaron en esa gesta—la actitud sumisa del sindicato de siempre, el de marras, en el que su presidente siente orgullo de posar con el gobernante de turno, mientras que a los afiliados les habla con un discurso acomodado.
Álvaro Ruiz Erazo está en la antesala de su retiro tras entregar gran parte de su vida a la función pública. Pero ninguno de nosotros quiere que pase desapercibido su aporte al sindicalismo, porque como diría el coplero de los llanos venezolanos, Rafael Martínez, Álvaro es un “amigo sin condición, con trago y fuera de tragos”. Es decir, alguien en quien se puede confiar siempre.
Lo ocurrido el 20 de octubre lo llevaremos siempre en el corazón, porque once años de lucha, no se cumplen todos los días…