
Al conmemorarse un nuevo aniversario del Estallido Social, recordamos a los mártires, a quienes murieron en las calles creyendo que una Colombia distinta sí es posible…
A Lucila la ven todos los domingos visitando el lugar donde reposan los restos de Juan Carlos, asesinado durante el estallido social en Colombia.
Cursaba tercer semestre de universidad, de Sistemas. Soñaba con ser ingeniero. Un sueño que acarició desde que, en el colegio Eustaquio Palacios, tuvo acceso a un computador.
Le fascinó.
Y estaba convencido que algún día escarbaría entre las entrañas de un PC, programaría y haría maravillas.
Ese pequeño aparato era como una ventana al mundo, una réplica de la historia real que inspiró la película “¿Quién quiere ser millonario?”. Es real. Unos niños de la India, en una aldea, conocieron todo de todo, a partir de la internet.
Juan Carlos se enfrentó, como muchos colombianos, a la brutalidad de la fuerza policía.
Él tenía piedras, los polochos armas y, en el fragor de ese combate callejero—uno de los cientos de enfrentamientos en el país—le dispararon.

Tenían la orden superior, de Duque, quizá, de reaccionar. La política de “tierra arrasada”. Acabar con todo lo que oliera a protesta social.
Los compañeros salieron a correr cuando escucharon el tas-tas-tas. Juan Carlos se quedó solo, tendido en el suelo.
Un guerrero enfrentando la soledad en ese tránsito hacia la eternidad. Con una maleta pequeña, dando pasos seguros hacia el más allá, mientras se despedía de todos con su mano.
Un adiós cargado de dolor, pero a la vez, de confianza en un país mejor.
Lucila no olvida a Juan Carlos, que tenía 22 años cuando lo mataron. Y los colombianos no olvidamos a las más de ochenta víctimas de la reacción oficial, sin medir consecuencias, con salvajismo inmisericorde.

Los asesinaron, así la prensa oficialista haya dicho otra cosa.
Viven en nuestra memoria. Están allí, en cada niño que sueña con un futuro, en cada trabajador que regresa cansado a casa y piensa en darle estudio a sus hijos, en la mujer que vende arepas en la esquina para sostener a su familia.
Están vivos en nuestro corazón y de allí no podrán sacarlos jamás.
Murieron por una Colombia distinta. Por un país donde haya esperanza. Por una nación donde todos tengamos cabida.
Dejarnos robar lo logrado, no es una opción. Adelante, siempre adelante. El Cambio no se puede detener.
@CrónicasdeMacondo
Fernando Alexis Jimenez es periodista desde hace más de 40 años. Publica su columna “Crónicas de Macondo” en medios impresos y digitales.
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