Sugov
Ojalá a ningún loco le dé por dinamitar los Diálogos de Paz… Los colombianos anhelamos que terminen 50 años de guerra
Por Fernando Alexis Jiménez
En medio de los villancicos que se cantan en la Gobernación del Valle del Cauca, de las pitazones de los compañeros de Bellas Artes porque el Gobernador sigue indolente ante su situación, del entusiasmo de muchos compañeros por asistir a la fiesta del Orquideorama en la actitud de “pan y circo” que promueve Ubeimar, de los jubilados de la plaza de Caycedo que viven arreglando el país en discusiones bizantinas mientras ven pasar jovencitas en minifalda, y de Consuelito que se pregunta si el año entrante le renovarán el “contratico” como aseadora en el Palacio de San Francisco, se reinician hoy los Diálogos en la Habana a las puertas de cumplirse –el 19 de diciembre– dos años de la búsqueda de una salida negociada al conflicto armado en Colombia.
Pasa inadvertido un momento trascendental: Que negociadores de la insurgencia, y del Gobierno, encabezados por Humberto de la Calle, retomen las conversaciones que llegan a su último ciclo, con la perspectiva de bajar la intensidad a la confrontación que lleva medio siglo de duración.
La aspiración de los colombianos es que otro brigadier general como Alzate, su atractiva acompañante y un suboficial, no vuelvan a “dar papaya” de manera ¿ingenua? para poner en jaque las negociaciones, mientras Uribe se frota las manos con entusiasmo convencido de que ganará la partida de ajedrez, y alimenta de paso el fervor guerrerista del Ministro Pinzón que muchos creemos, quiso pescar en “río revuelto” y azuzar a los militares con la eventualidad de un golpe de Estado.
Es cierto que me vieron con Lucerito comprando adornos navideños en el Pasaje Cali y a Rómulo Ramírez regateando rebajas para los gorritos navideños que se usarán en la Novena del 19 de diciembre que le tocó al SUGOV, pero ni él ni yo ni muchos colombianos estamos ajenos a la realidad: La reiniciación de los diálogos es un paso significativo en la conquista de la anhelada paz, así el post conflicto demore muchos años en consolidarse, y siga la expectativa porque todavía no se haya avanzado en las conversaciones con el ELN y el EPL.
Sólo con esa noticia cobra un nuevo aire este período decembrino, que para muchos es lo mejorcito del año pero que en mi humilde criterio, es el mes en el que afloran con mayor rigor las desigualdades. Mientras estoy comprando los adornos, la persona que me atiende se gana unos pocos pesos y ninguno de los dos puede ocultar la realidad: En diciembre unos compran y otros sobreviven. ¡Las desigualdades de un país que nos duele!
Nuestro anhelo, como sindicalistas y hombres y mujeres comprometidos con la paz, es que a nadie se le ocurra dinamitar los diálogos con el pretexto de que está utilizando pólvora decembrina y un sorpresivo boom no sea un bombazo para atribuírselo a la guerrilla y desestabilizar de nuevo las conversaciones. Ese nadie, por supuesto tiene nombre y está plenamente identificado: Son el conjunto de enemigos de la paz, que le apuestan a cincuenta años más de guerra y a quienes no les preocupa que para nuestros hijos y nietos el panorama luzca ensombrecido… ¡La paz es un sueño, un compromiso y una obligación de todo colombiano!
NOTA OBLIGATORIA:
Esta columna interpreta el pensamiento del autor y no encarna necesariamente el pensamiento del movimiento sugoviano.
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