Las corralejas que para muchos son una tradición cultural, han cobrado la vida de sinnúmero de parroquianos que se arrojaron al ruedo tras unos billetes.
La más reciente demostración de barbarie en las corralejas, cuando a un toro le incrustaron en el lomo una banderilla encendida con pólvora, aviva la alarma para que los colombianos cerremos filas y acabemos con esta tradición.
Ocurrió en Ciénaga de Oro, Córdoba. No tiene más de 60 mil habitantes, pero todos—desde los más pequeños hasta los ancianos– recuerdan las tragedias que ha dejado esta práctica rudimentaria de tauromaquia. Los más adultos perdieron la sensibilidad, acostumbrados a beber ron hasta embrutecerse al calor de la tarde en sus calles, con temperaturas de 40 grados.
“Las fiestas de este año estuvieron muy buenas. Claro, una persona murió y otra quedará en silla de ruedas, pero es la fiesta”, justifican al hacer un balance de las tardes de jolgorio en las que los tendidos de tabla vibran y amenazan con caerse, mientras en el ambiente resuena la música de una papayera.
Muchos de los arriesgados participantes en estos encierros, perdieron sus extremidades, un ojo o, al que mejor le ha ido, tiene una cicatriz que no podrá borrar ni con la pomada mágica que anuncian en la televisión.
En Sahagún, también en Córdoba, las más recientes ferias dejaron como resultado siete heridos–uno con muerte cerebral–, 11 caballos muertos y 18 toretes maltrechos, en seis días de festejos.
En Sampués, Sucre, la locura de los arriesgados toreros sin capote y de los espectadores que los azuzan para que se enfrenten al bovino, terminó con la muerte de un toro al que le prendieron fuego con las banderillas llenas de pólvora. El animal estaba enloquecido por el dolor y alcanzó, en medio de su desespero, a dañar una parte del tablado.
El panorama es igual en todos los pueblos donde se realizan las corralejas. Los muertos y los heridos no faltan en el balance final de estos eventos carnavalescos.
Así las cosas, ojalá tenga eco el proyecto de Ley presentado por la congresista, Andrea Padilla Villarraga. Una esperanza para acabar con la barbarie…
(c) Fernando Alexis Jiménez | @CrónicasdeMacondo
- Lea la más reciente edición del Periódico SUGOV haciendo Clic Aquí