
Una historia que parece de ficción, pero que toma elementos autobiográficos, rodean la nueva novela de la escritora caleña, Pilar Quintana.
Por ;Luis Carlos Bermeo Gamboa | Periodista de El País, Cali
Cuatro años después de ganar el Premio Alfaguara con ‘Los abismos’, Pilar Quintana regresa a la novela con ‘Noche negra’, una inmersión al corazón de las tinieblas que habitan en la selva húmeda tropical y en el cuerpo de una mujer caleña.
Rosa queda sola en una casa a medio hacer, ubicada al lado de un acantilado en el océano Pacífico, mientras su esposo, un irlandés, debe ausentarse para resolver una necesidad económica.

Entre tanto, el clima y la naturaleza que la rodea van cobrando protagonismo, porque nadie nunca está solo en medio de la selva. Sus recuerdos familiares, de viejos amores, sus miedos y deseos emergen como despertados por esa voz remota que viene de la manigua… Con un machete en mano deberá atravesar los días.
La escritora caleña habla de cómo el Pacífico se convirtió en protagonista de su literatura.
¿Cómo se origina la historia de Rosa y Gene en el Pacífico?
Estuve casada con un irlandés, construimos con nuestras manos una cabaña de madera en un acantilado selvático frente al océano Pacífico y, cuando una vez le hicieron una cirugía, me quedé sola durante tres meses en nuestra casa sin terminar, sola en la noche negra.
Pero me gusta hacer el chiste de que todo parecido con la realidad es casualidad. Aunque es obvio que esas experiencias alimentaron la novela, también es cierto que hay muchas diferencias con la vida real y que ‘Noche negra’ es un trabajo de ficción.
La historia transcurre en 1980 y yo viví en el Pacífico del 2003 al 2012. Rosa es mucho mayor que yo. Podría ser mi tía o incluso mi abuela. Mi familia no se parece a la suya. Nunca tuve un novio como Fermín. Estudié una carrera muy diferente a la de ella y en otra ciudad. Las dos trabajamos en una agencia de publicidad en Cali, esa es otra coincidencia, pero en áreas distintas y de modos muy diferentes. Ella lo hizo por muchos años y llegó a ser socia. Yo solo fui empleada por dos años.
‘La perra’ está ubicada en el Pacífico, ¿por qué le interesó volver a escribir una historia en este territorio?
‘La perra’ y ‘Noche negra’ transcurren en el mismo universo narrativo. Tengo también algunos cuentos en ese mismo espacio: ‘La rumba, son, palo muerdo’, que salió en la antología ‘Puñalada trapera’, de Rey Naranjo; ‘Huesos y pelo’, publicado en la revista El Malpensante y en otros medios digitales; ‘Jardín Secreto’, que se editó junto con ‘La perra’ y otros cuentos en mandarín y en inglés en una revista de los Estados Unidos.
Tengo más historias que transcurren en ese universo que aún están inéditas y saldrán (esperemos que sí) en un libro que estoy preparando. Así que no es que volviera a escribir una historia en ese territorio, sino que lo he venido trabajando desde hace varios años.
¿Cómo fue la investigación previa para escribir esta novela?
Leí la historia de la violencia política en Colombia desde el principio de los tiempos hasta los años ochenta para poder ambientar la época universitaria de Rosa y su relación con Fermín. Estudié las fases de la Luna y las mareas del Pacífico colombiano. Me documenté sobre murciélagos, arañas, serpientes, árboles, plantas y aves. Incluso investigué sobre barcos de la Armada.
En ‘Noche negra’ la selva de algún modo es un espejo de lo indómito en su protagonista. ¿Hasta dónde se confunden la naturaleza que la rodea y la naturaleza que la habita?
Esa fue mi intención. Esta es mi novela sobre la naturaleza: la que está allá afuera y la interior, que no son separadas, que son la misma cosa. Desde hace muchos años vengo diciendo que en mis libros exploro nuestra animalidad. Con esta novela me vengo a dar cuenta de que quizás lo que ando buscando no es nuestra animalidad sino nuestra naturaleza.