
Solamente vino a darse cuenta cuánto amaba a su padre, el día que se perdió y no supo de él por varios días.
Luis Ángel se volvió popular en el barrio y más allá, por los afiches fotocopiados en blanco y negro, que sus familiares pegaban en muros y postes. No lo promocionaban como artista pop, exponente de bachata y menos de la música popular como Darío Gómez. En absoluto. En esos avisos advertían que se encontraba extraviado, decían que padecía Alzheimer, y diabetes y dejaban un teléfono de contacto.
Para el momento de su pérdida, tenía 78 años, y un día aprovechó la puerta abierta en casa y salió a la calle, con la misma curiosidad y entusiasmo de un niño al que llevan a conocer el mar. Caminó y caminó y la avenida se hizo tan larga, que se fundía en el horizonte, en ese punto infinito donde el sol muere al caer la tarde.
Para Luis Ángel no había fronteras. Pronto Cali le quedó pequeña, pasó a Jamundí, llegó al Cauca y siguió andando. Con sed, con hambre, con frío y con calor. Algunos se apiadaban del anciano y lo llevaban en carro hasta el pueblo siguiente.
Él no tenía afán, ni tiempo, ni memoria. Sencillamente un propósito: caminar. Lo hizo por espacio de dos semanas.
Entretanto, Alejandra lo buscó en Cali. Fue a los hospitales, las clínicas, la morgue, buscó bajo los puentes, a las orillas de los ríos y adonde le decían que habían visto a alguien parecido.
Cuando enfermó de Alzheimer, lamentó ser hija única y tener que llevar a cuestas la que consideró una pesada carga. Olvidó las tardes en las que, el hoy viejo, fue a recogerla al colegio; los sacrificios en diciembre, cuando Luis Ángel no compró ropa ni zapatos, para darle a ella la muñeca o bicicleta que las niñas anhelaban en la época. Y, por supuesto, no recordó que Luis Ángel hizo todos los sacrificios para que ella pudiera estudiar una carrera profesional.
Por eso, cuando le avisaron que estaba en la principal vía de acceso a San Juan de Pasto, fue apresurada, anhelando tener alas para llegar de inmediato. Lo abrazó, con tanta fuerza, que deseaba fundirlo en su cuerpo. Había aparecido Luis Ángel, tostado por el sol, algo enfermo y con hambre… Había recuperado a su viejo del alma…
ANUNCIOS PARROQUIALES
- Lea la última edición del Periódico SUGOV haciendo Clic Aquí
- ¿Ya leyó la más reciente Crónica de Macondo? Léala Aquí
- Si desea afiliarse al SUGOV descargue el formulario Aquí