El mayor problema que enfrentan es el bloqueo internacional y que, los países con los que mantienen relaciones comerciales, no demandan toda su producción. Los estimativos son alentadores para finales de este año y comienzos del 2022.
Por Fernando Alexis Jiménez | Dirigente sugoviano
Las imágenes de una Venezuela donde las personas recogen desperdicios de un tacho de basura para paliar el hambre, distan mucho de un país que sobrevive al bloqueo económico promovido por Estados Unidos y sus aliados. De hecho, han emprendido acciones que se ven reflejadas en la progresiva recuperación de su economía.
“El mayor problema que tenemos, no es la devaluación del bolívar, sino quienes desde afuera levantan barreras para frenar cualquier posibilidad de generar exportaciones”, me dijo Neftalí Moisés Freites, un exponente de la clase trabajadora con amplia trayectoria en PDVSA. Estábamos tomándonos un cafecito en El Danubio, desde donde se escucha el rumor de los vehículos que transitan la avenida Cacique Guaicapuro, en el tradicional sector de San Agustín, en el norte de la ciudad.
CAMINO A LA REACTIVACIÓN ECONÓMICA
En Chacao Danubio, una zona hermosa como las que tiene Cali, muchas personas se dan cita para compartir una buena comida. No son ricos, sino hombres y mujeres de clase media que no se resignaron a la adversidad y decidieron meterles el hombro a las situaciones difíciles. Trabajan o se rebuscan. Así de sencillo. No andan a la caza de desperdicios, imagen popularizada por los medios internacionales.
“Aquí la vida es normal, como en Colombia o cualquier otra nación latinoamericana. Por eso no entendí sus preguntas alrededor de cómo estábamos acá (una forma muy diplomática de decirme que preguntaba pendejadas). Y ya comprende por qué le dije que venía para Venezuela, no para una prisión gobernada por un dictador, como dicen los pitiyanquis”, me dijo tras soltar una carcajada que me hizo sentir que, pese a mi condición de hombre de izquierda, me he dejado permear como muchos, por la información que nos venden los norteamericanos a través de sus canales masivos.
El Danubio es una pastelería fundada hace 50 años. Conserva el toque especial en la preparación del café, muy propio de sus fundadores. Por su nómina han pasado varios colombianos, quien saben de café y le imprimen su marca especial al prepararlo.
Aunque el producto interno bruto (PIB) experimenta una contracción, los vientos alentadores soplarán en el 2022 con un alza positiva del 1%. “Nuestra economía va camino de la reactivación”, me dijo este obrero que, gracias al apoyo del gobierno, pudo cursar ingeniería de sistemas y una especialización. Una oportunidad que tienen todos gracias a una ley obligatoria que permanece en el tiempo. “Aquí estudia el que quiere, y el que no, se va para Colombia, Ecuador o Perú, a pedir en los semáforos.”, enfatizó.
Contrario a esta perspectiva alentadora, el Fondo Monetario Internacional mantiene su previsión de que el PIB de Venezuela caerá 5%, aunque su dato más reciente es el de abril.
A renglón seguido me mostró unos estudios del economista, Eduardo Fortuny, de Dinámica Venezuela, una organización especializada en investigaciones financieras. Según el profesional, se espera un crecimiento del 3% este año, y del 4% para el próximo 2022.
Este profesional ha sido cuestionado por sus posiciones polémicas alrededor de que todavía falta la salida de por lo menos 3 millones de sus connacionales para llegar a un nivel de estabilización en todos los órdenes. “No podemos seguir ejerciendo un papel paternalista, que—hay que admitirlo—es uno de nuestros mayores desangres”, insiste. La otra cara de Nicolás Maduro que pocos conocen. Ha sido así desde 1998, cuando se inició la era del coronel Hugo Rafael Chávez Frías.
Las naciones con las que mantienen nexos, se convierten en plataforma para venderles minerales, oro, acero, hierro, aluminio, fertilizantes, maíz, pescado, bebidas, vinagre y químicos inorgánicos.
LA MIGRACIACIÓN, FRUTO DE LOS CANTOS DE SIRENA
Neftalí Moisés Freites me acompañó en el recorrido por varios sitios emblemáticos de Caracas. Conocí la casa donde nació Simón Bolívar—una edificación suntuosa con placas de mármol en la entrada–; la Quinta de Anauco, una estructura colonial de finales del siglo XVIII a la que Bolívar iba con frecuencia y convertida hoy en el Museo de Arte Colonial; la Plaza Bolívar o plaza mayor construida en 1567; el paseo Los Próceres, el Museo de Arte Contemporáneo y el inolvidable Puente Llaguno, escenario de una marcha que pretendía tumbar al presidente Chávez, andanada en la que participaron ciudadanos azuzados por Norteamérica el 11 de abril de 2002.
Hubiese querido conocer más, pero fue imposible por el inesperado deceso de mi suegra, lo que obligó el regreso a Colombia tras exponer en un encuentro de periodistas de varios medios alternativos de Latinoamérica. Adelantar el viaje no fue difícil, ya que la aerolínea que hace tránsito en la ruta Cali-Panamá-Caracas y viceversa, viaja con relativa ocupación. Comprensible: el renglón turístico está diezmado por la mala prensa internacional.
El dirigente obrero me habló de un fenómeno que sigue creciendo: la migración de venezolanos a otros países. “Ya sobrepasamos los seis millones de compatriotas aguantando hambre en otros países, en especial, en Colombia, donde su presidente Duque les prometió el paraíso.” Le aclaré que Duque no es “mi presidente”, porque soy de izquierda, y que ni siquiera los derechistas lo quieren porque ha sido—junto con Uribe–, uno de los peores gobernantes de la historia. Una prueba evidente fue el Paro Nacional que tuvo en jaque al gobierno por más de dos meses.
Alrededor de 850 mil personas han pedido asilo en otras naciones, 175 mil han logrado el estatus de refugiados y hay quienes han corrido con “suerte” y viven en buenas condiciones en el extranjero. Suman los 2.5 millones.
¿Por qué se fueron?, le pregunté. Un largo silencio, una mirada perdida en la lejanía, hacia donde se levanta el Parque Nacional El Ávila, para dar una respuesta contundente: “Les faltó el coraje para enfrentar los malos momentos. Dejaron su país para asumir una actitud mendicante en otros lares. Allá los discriminan y, no podemos negarlo, algunos se han visto involucrado en delincuencia. No todos, pero algunos sí.”, me dijo. Lo comprendo, siente el dolor de patria porque ellos, al igual que él, vieron florecer una Venezuela con esperanza, antes que Norteamérica emprendiera la concatenación de ataques a su economía.
EL PAÍS ESTA EN PROCESO DE RECONSTRUCCIÓN
En criterio de especialistas, es necesaria la liquidación de empresas estatales que están generando pérdidas, la repotenciación de otras que son prometedoras para el mercado y, en tercer lugar, la búsqueda de nuevos mercados.
“Aquí nos tocó reinventarnos. No es un proceso fácil, pero vamos a lograrlo porque hay gente dispuesta”, explica tras escribir en mi libreta de notas, una serie de cifras que apuntan a una recuperación económica. “Mire estos números. No estamos soñando. Ahora somos una opción comercial.”, anotó.
Es cierto, al punto que congresistas colombianos insisten en el restablecimiento de relaciones comerciales entre los dos países. No porque amen a Venezuela, sino por conveniencia.
Regresé a mi amada Colombia con dos sentimientos: la nostalgia por abandonar un territorio que sigue luchando por sobrevivir al bloqueo de varios enemigos del sistema, y la urgencia de llegar al sepelio de mi familiar.
Solo puedo decir que, al despegar el avión del casi vacío aeropuerto de Maiquetía-Simón Bolívar, me fijé la meta de regresar y, estoy seguro, será muy pronto…
NOTA IMPORTANTE: El autor de esta nota asume en su totalidad la responsabilidad por el contenido, incluyendo sus apreciaciones políticas. Aun cuando es dirigente sugoviano, admite que sus conceptos no necesariamente interpretan el pensamiento del Sindicato que lleva en su corazón.