
La periodista Olga Behar describió, en diálogo con William Parra, periodista de El Calentao, de RTVC, cómo surgió y evolucionaron los doce apóstoles, agrupación a la que pertenecía Santiago Uribe Vélez.
Uno de los mejores relatos de lo que ocurrió en buena parte del norte de Antioquia, los móviles y de qué manera los paramilitares cometieron sus crímenes, está en el libro “El clan de los doce apóstoles”, de la periodista y escritora, Olga Behar.
Describe el involucramiento de Santiago Uribe Vélez, condenado a 28 años de cárcel por crímenes, algunos de lesa humanidad.
“El grupo se creó medio espontáneo, con un fin de limpieza social. Asesinaban a integrantes del microtráfico. Era la década de los noventa. El paramilitarismo estaba floreciendo. Y otro elemento: defender a los ganaderos de las extorsiones.”, anota la autora.
El génesis está en las calles de Yarumal, Antioquia.
Había dos alas, una urbana y rural. “Pelo de chonta” era quien ejercía el control en las callecitas inclinadas de aquél poblado tranquilo, al tiempo que alias Rodrigo, ejercía territorialidad en veredas y corregimientos.
Pronto se extendieron a localidades del centro y norte del territorio antioqueño. “Santiago Uribe Vélez estaba a la cabeza de la organización. No era un político relevante, pero sí su hermano Álvaro. En sus orígenes hicieron una alianza con el capitán de la Policía, Pedro Manuel Benavídez. El oficial se lo tomó muy en serio”, anota Behar,
Algunas de las reuniones se realizaban al calor de unos cafecitos o aguardientes en una hacienda, La Carolina, propiedad de los Uribe.
El comandante de la Policía de Yarumal, en cierta ocasión, llegó con un vehículo oficial y amarró en el mataburro del yipeto, adelante, a Varela, quien había sido asesinado en proximidades a donde vivía Santiago Uribe.
Hizo un recorrido por el casco urbano, para generar escarmiento, una de las tácticas comunes del paramilitarismo.

“MUERTO POR EXTORSIONAR”
Junto con el muerto, el campero llevaba un letrero escrito burdamente. Decía: “Muerto por extorsionar”. Así los moradores de Yarumales conocieron del nacimiento del grupo paramilitar.
El oficial Pedro Manuel Benavídez ha negado la acusación, aunque hay grabaciones.
Una de las autoridades morales del municipio que cohonestó todas estas acciones, fue el cura párroco de la iglesia Santa Bárbara, el padre Gonzalo Palacios. No deslegitimizó el actuar violento, por el contrario—dicen los testigos—lo validó.
En las mañanas confesaba a los parroquianos en la tarde se reunía con los paramilitares. Les contaba qué le habían confesado. Y muchos de los feligreses aparecieron muertos.
En total eran doce. Todos con una meta común: limpiar a Yarumales y sus alrededores, de quienes consideraban, sujetos peligrosos.
“El padre Palacios se creyó el Robin Hood, luchando contra los comunistas. Iba a operativos e, incluso, llevaba un revólver en su maletín. En un allanamiento a su parroquia, le descubrieron armamento, estaba junto a una Biblia en su mesa de noche.”, describe Olga Behar.
Estuvo detenido, pero un tiempo corto.
Lo trasladaron a una pequeña parroquia de Medellín. Ya murió a los 87 años.

SANTIAGO, EL APÓSTOL MAYOR
Santiago Uribe Vélez se vinculó al clan de los doce apóstoles que, en realidad no eran doce sino casi treinta. Sembraron el terror entre 1993 hasta 1997, acompañados con un aparato paramilitar robusto.
Los asesinatos eran selectivos, incluso a los sicarios que les colaboraron al comienzo. Silenciaron a todos y no dejaron vestigios.
Los crímenes fueron terribles. “Que no queden testigos”, decían los doce apóstoles.
Es entonces cuando entra en escena Julián Bolívar.
Estando vinculado en un proceso con la JEP, admitió buena parte de los crímenes.
“Todo lo que narra el libro de Olga Behar sucedió. Debe acreditarse como auténtico.”, dijo durante los interrogatorios.
Estuvo dispuesto, en algún momento, a contar la verdad. Hoy parece que sufre de amnesia.
El centro de operaciones era la hacienda La Carolina, donde vivía Santiago Uribe Vélez. Daba instrucciones y luego salía sonriente, mostrando un carisma de la que nunca fue dueño, en Yarumal.
Algo similar a lo que hacía León María Lozano, el Cóndor de Tuluá, célebre durante la época de la violencia.
Cerca de las caballerizas establecieron un área de entrenamiento, principalmente de polígono.
El hecho fue confirmado por uno de los doce, Juan Carlos Meneses. Fue mayor de la Policía.
Asegura que Santiago Uribe Vélez era el apóstol mayor dentro del clan del paramilitarismo.

EL CEREBRO DETRÁS DE LOS CRÍMENES
La periodista Olga Behar, en diálogo con William Parra, de El Calentao de RTVC, dijo con toda certeza que Uribe Vélez “conformó y dirigió el grupo de los doce apóstoles”.
Asesinaron a quienes, creían, generaban inestabilidad social, principalmente aquellos que tenían ideas de izquierda.
“Es posible asegurar que en el norte de Antioquia se originó parte del paramilitarismo que sembró el terror. Era un grupo de limpieza social que acudió al método del ensayo, error, perfeccionamiento. Hasta que su invento se les salió de las manos. Uno de los asesinatos, a plena luz del día, ocurrió a una cuadra de la estación de Policía de Yarumal”, precisa la escritora.
Durante varios años estuvo tras la pista. Una investigación cuidadosa y bien documentada.
“Jamás tuve el interés de atacar a nadie, como han dicho. Lo que quería entender el fenómeno del paramilitarismo. Algo serio y riguroso que, de hecho, asumió la Fiscalía. Mi propósito era visibilizar la verdad.”
Olga Behar dice que el caso estuvo arrumado en anaqueles de los juzgados, sin que hubiese mayor pronunciamiento. El libro revivió el drama.
Lamentó que las víctimas no hayan sido reparadas.

AUTORES ORGULLOSOS DE SUS CRÍMENES
Lo que más impresionó a Olga Behar en los múltiples diálogos con el mayor, Juan Carlos Meneses, fuela desfachatez con la que admitieron los hechos.
El oficial retirado se encuentra en el exilio.
“Muchos casos me impresionaron, de las 533 víctimas. Se documentaron 310 en total. Luego salieron a la luz otros crímenes más. Algo que todavía no olvido es el relato barbárico de lo que hacían, con sevicia y, luego, desfachatez para negarlo. Parece que los autores se enorgullecían de sus hechos”, dijo en la entrevista.
Para la época, Álvaro Uribe Vélez era senador y luego se lanzó a la Gobernación de Antioquia, contienda electoral que ganó.
Las facciones más destacadas de aquella génesis del paramilitarismo en el norte de Antioquia, fueron los grupos conocidos como los erre y los lecheros.
Detrás de su accionar, estaba el despojo de tierras y alimentar el desplazamiento forzado de pequeños propietarios.

A JUAN CAMILO NO LE HAN HECHO JUSTICIA
Una de las víctimas a la que, por ejemplo, no se le ha hecho justicia, es Juan Camilo Barrientos. Era el conductor de una chiva o bus escalera.
Lo asesinaron dos paramilitares delante de los pasajeros cuando hacía la ruta Yarumales-Campamento.
Lo acusaban de auxiliar a la guerrilla porque transportaba insurgentes y les llevaba bultos de alimentos. Fue una ejecución sumaria.
La lista de quienes asesinaron en esa época cayó en manos de la sobrina del sacerdote Gonzalo Palacios, quien ayudó en el proceso de investigación.
Fernando Alexis Jiménez es periodista. Publica la columna “Crónicas de Macondo” en medios impresos y digitales. Encuentre sus contenidos en Internet @CrónicasdeMacondo
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