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| En los últimos 12 meses han sido asesinadas más de cien personas que se manifestaron a favor del proceso de Paz en Colombia. |
Esta maldita guerra que en 52 años deja 260 mil muertos, 60 mil desaparecidos y diez millones de desplazados; las cifras más altas en toda la historia de América.”
Por Fernando Alexis Jiménez
El miedo ronda el proceso de paz. Es como la sombra larga y deforme que proyectan los objetos al caer la tarde, cuando el sol muere en el horizonte. Es el anticipo inevitable de la noche, que puede ser muy oscura y densa, o por el contrario, poblada de estrellas. Es un miedo que la mayoría de los colombianos percibimos, pero del que poco se habla.
Desde que se suscribió el acuerdo de paz entre el gobierno nacional y las Farc, se disparó el número de víctimas. Algunos eran líderes de comunas, otros dirigentes sindicales, unos más orientaban procesos comunitarios o campesinos o, simplemente, militaban en Marcha Patriótica. Todos compartían un común denominador: pensaban distinto, no estaban de acuerdo con el establecimiento; pero algo más: creían en la paz.
Uno de los casos más cercanos es el del estudiante de medicina de la Universidad del Valle a quien desaparecieron cuando se movilizaba por la avenida Roosevelt, en Cali. Nadie vio nada, nadie dijo nada, nadie sabe nada. No ha sido el único…
Otros de los muertos por la paz han sido víctimas cuando iban hacia el trabajo o la universidad, o regresaban a sus casas. Los sicarios se ampararon en la oscuridad y el miedo que ronda el proceso de paz en Colombia.
Otro hecho doloroso, el asesinato del líder indígena Olmedo Pito García. Integraba el resguardo Huellas, en la vereda La Trampa de Caloto, Cauca. Lideraba el Movimiento de los Sin Tierra, que defiende la tenencia de las propiedades para los pueblos indígenas, hoy nómadas por cuenta de los terratenientes. Militaba en Marcha Patriótica. Nieto de Manuel Quintín Lame. Residía en el Cauca, donde buena parte de su historia está marcada por el nacimiento de la insurgencia en la década de los cincuenta.
En Colombia el saldo de muertes que deja el proceso de paz en el último año, desborda las cien personas. Esa es, al menos, la cifra oficial. Todos coinciden en algo: pensaban distinto pero al mismo tiempo, creían en el diálogo y la concertación para dejar atrás esta maldita guerra que en 52 años deja 260 mil muertos, 60 mil desaparecidos y diez millones de desplazados; las cifras más altas en toda la historia de América.
Los muertos del último año, creyeron también que hay otras vías para generar reivindicaciones populares, distintas a la de las armas. La experiencia ha demostrado que seguir por el mismo camino, no lleva a ninguna parte. Las víctimas de los últimos doce meses creyeron en la paz, pero al ver la realidad, alguien podría decir que se equivocaron porque persisten los amigos de la guerra.
El miedo ronda el proceso de paz en Colombia. No obstante, esperamos que tales temores se disipen pronto. Y cuando digo “esperamos”, hago alusión a los millares de colombianos que anhelamos el cese de la confrontación armada para dejar atrás muchas décadas de muerte, dolor y desesperanza.
NOTA IMPORTANTE. El presente artículo de opinión refleja el pensamiento de su autor y no compromete, para nada, la apreciación que alrededor del tema pudiera tener el movimiento sugoviano.
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