Juan Camorrero es un seguidor furibundo de Uribe. Carlos Buscapleitos es fanático de Santos. Los dos son vecinos. Comparten las tardes de brisa fresca en las calles de Aguablanca, se entusiasman en diciembre arreglando la cuadra con festones de colores, beben aguardiente o cerveza el 31 de diciembre, y madrugan el primero de enero a jugar dominó para “pasar el guayabo“. No son mellizos ni familiares, pero se asemejan en algo: Los dos dicen palabras de alto calibre cuando les llegan los recibos de Servicios Públicos o miran el costo de la canasta familiar o del Predial… Pero Juan Camorrero es de Uribe y Carlos Buscapleitos es de Santos.
¿Alguna vez se han peleado? Por supuesto que sí. Ya le voy a contar: Juan Camorrero trabaja en Santa Helena revendiendo papa. Carlos Buscapleitos es cotero, y descarga camiones con mercaderías desde que comienza el día hasta que cae la noche.”No hay como las épocas de Uribe.”, se lamentaba Juan: “Había abundancia, los salarios eran altos, no había robos, Colombia era la tierra prometida.” Carlos lo alcanzó a escuchar y se fue lanza en ristre: “¿Uribe? Ese vendepatrias es el que nos tiene como estamos. ¿O acaso se olvidó de los falsos positivos, de los paracos, de los sindicalistas que mataron, de los maestros que encarcelaron acusados de subversión simplemente por enseñarle a sus alumnos de José Martí?¿Es que ya se olvidó que Uribe puso los salarios más bajos de la historia? Ya verá. Este año, con Santos, todo será diferente.”. Y los ánimos se fueron caldeando hasta que se trenzaron a puñetazos. “No hables mal de Uribe, Buscapleitos.“, gritaba Juan. “Y vos no calumnies a Santos, Camorrero.”, se defendía Carlos. Afortunadamente —salvo unos chichones que bajaron con hielo–, el asunto no pasó a mayores.
Los dos hablan pestes del gobierno pero igual, cada cuatro años, son los primeros en madrugar, se toman un tinto, se despiden de sus esposas con el consabido: “Ya regreso, mija” y se alejan sonriendo con esperanza. Juan viste camisa de colores floridos y Carlos, una camiseta rojo encendido. “Vamos a honrar la democracia“, dicen, y se encuentran invariablemente en la estación del Mío. “Este día es festivo; el sol brilla distinto…“, repiten con sonrisas cordiales y viajan colgados como micos en el masivo. El uno vota por Uribe y el otro por Santos. Creen firmemente que todo cambiará. Juan Camorrero está convencido que Uribe es la encarnación del Mesías para los últimos tiempos y Carlos Buscapleitos ve en Santos el Salvador para Colombia. Y regresan a casa atiborrados en el Mío, se toman la sopa de siempre y, una semana después cuando llegan los recibos de Servicios Públicos, del Predial y sube la leche o la carne, siguen echando madrazos al Gobierno.
No coma cuento… Santos y Uribe son lo mismo… Juan pueblo somos usted y yo |
Juan Camorrero a quien se le olvidó que Uribe promovió la Ley 100 que legitimó el “paseo de la muerte” en los hospitales, debió hacer rifas para cubrir lo que le costó una operación de su esposa. Carlos Buscapleitos, quien no recuerda que Santos encareció el costo de vida y llevó a Colombia a pasar de ser un país exportador a una nación que importa los alimentos, está a punto de perder su casita por los altos intereses del Banco… Pero Juan Camorrero es de Uribe y Carlos Buscapleitos es de Santos.
Venía para la Oficina hace poco y me encontré a personajes muy parecidos a Juan Camorrero y Carlos Buscapleitos. Sus rostros son semejantes, salvo que los dos son funcionarios públicos, y de clase media. Tienen un salario–el más bajito de la historia con el actual Gobernador–pero al fin, ingreso fijo. Los ascensores del Palacio de San Francisco se dañan, no hay aseadores para cubrir todo el edificio, los servicios sanitarios están averiados, toca poner plata del bolsillo para comprar papel y hacer vaca para adquirir la tinta para imprimir… … Pero Juan Camorrero es de Uribe y Carlos Buscapleitos es de Santos.
NOTA OBLIGATORIA: Este relato es responsabilidad de su autor y no necesariamente expresa el pensamiento del movimiento sugoviano.