Se estima que en Colombia hay más de doce mil tipógrafos que están viendo arrasados sus negocios por cuenta de la tecnología.
Fernando Alexis Jiménez | Periodista independiente y dirigente sindical
Su agonía comenzó hace doce años, aproximadamente. Las casi doce mil víctimas que se estima, hay en Colombia, no alcanzaron a advertirlo con antelación. Fue un proceso tan lento, que apenas sí pudieron advertir los cambios. Una muerte progresiva y, cuando abrieron los ojos, además de los letreros que pendían encima de la puerta principal de los negocios, el obituario invitando al sepelio.
“La llegada de la tecnología me pareció un avance significativo; lo que jamás imaginé, es que iba a terminar en la calle.” Edison Olarte, se crio entre las imprentas, impregnado con el olor a tinta y el tas-tas-tas de las máquinas encarrando papel o cartulinas impresas. Sí, ya se dio cuenta. Me estoy refiriendo a la progresiva muerte de las tipografías de barrio.
Olmedo Franco es uno de los fundadores de carteles La Linterna, en el barrio San Antonio, de la Sultana del Valle. Con este oficio ha sobrevivido por décadas. Ahora el panorama luce sombrío. Alrededor, el ambiente con olor a pintura y décadas de una aventura quijotesca que, es tan intensa, que hasta puede respirarse.
“Hemos batallado a brazo partido para no cerrar. Este es un patrimonio de Cali”, nos dice mientras muestra las paredes adornadas con múltiples afiches, a uno o más colores que anuncian desde corridas de toros, pasando por manifestaciones obreras, hasta las presentaciones apoteósicas que hacían el Grupo Niche y Guayacán.
Es la misma sensación de incertidumbre que sienten en el barrio Ricaurte, de Bogotá; San Nicolás, en Cali; Pino Pardo, en Popayán o la avenida Santander, en Pasto.
Las tarjetas de invitación a matrimonios, bautizos, a diversos eventos o las de negocios, fueron reemplazadas por piezas gráficas que se elaboran fácilmente y sin costo alguno, en Internet. Luego se comparten en redes sociales.
“La tecnología nos acabó”, me dijo Carvajalito, que tiene un emprendimiento litográfico y el viernes, cuando tomábamos tinto, acababa de feriar una de sus máquinas.
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