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Simón está en todas partes, viviendo del rebusque… Viviendo su propio drama… |
Por Fernando Alexis Jiménez
Salió a buscar trabajo. Llevaba tres semanas sin nada qué hacer. Le notificaron que estaba despedido un día cualquiera, quince minutos después de que llegó a laborar en la bodega de almacenamiento, como lo hacía desde varios años atrás. A sus 42 años, Simón se sentía un privilegiado, uno de los pocos que tenían “chamba“. Y lo compartía en las calurosas noches caleñas, cuando salía al antejardín, con la invariable silla plástica que lo acompañaba en ese rito, ya por mucho tiempo. Y se le acercaba el lotero, y luego el que vendía minutos en la esquina y luego el dueño del motocarro que hacía viajes a Santa Helena. Y Simón se daba a la tarea de contarles su rutina y todos iban aportando un poquito de sus propias vivencias. Charla va, charla viene… Hasta las diez de la noche cuando sus esposas salían–como si se pusieran de acuerdo– a hacerles mala-cara en ese lenguaje gestual, sin palabras, que dice: “No hablés más pendejadas; vení a acostarte que debemos madrugar...”
Tertulia que se repetía cada día, cuando la brisa parecía esquiva, con la misma renuencia que muestran los sueños del pobre de salir de su situación, de mejorar su vida y la de su familia. Esa misma sensación fugaz de tener y no tener nada en realidad, como quien cree que puede atrapar un pez en el agua y se encuentra–en cuestión de segundos–, con la realidad: que escapó… Sueños de algo mejor, de un mañana en el que haya trabajo, en el que su hijo pueda ir a la universidad y no tenga que llevar mercados al hombro para ganarse quinientos pesos por cada mandado…
Pero Simón llevaba tres semana sin trabajo. Miraba impotente, con rabia, con sentimiento de frustración contenida, de qué manera los días se iban sucediendo uno tras otro, inexorables… Y las deudas creciendo, y sus dos hijos adolescentes caminando más de cuarenta minutos hasta el colegio porque no hay para el bus, y la mirada resignada de su esposa que se cansó de preguntarle: “Y hoy, ¿qué vamos a echar en la olla?”.
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Simón le pone la “trampa al centavo” arriesgando su vida cada mañana |
Aquella noche Simón no durmió bien. Se acercaba el recibo de energía y de agua. ¡No podían faltar en su rancho! Ya el gas lo habían cortado, pero se defendían todavía con una estufa electrica, hasta que la cortaran, como era obvio que ocurriría en pocos días.
Y mientras él sufría, las puertas seguían cerrándose en su cara. “No hay trabajo“, se convirtió en una frase de tan solo tres palabras que golpeaban lo más profundo de su ser. Hombres y mujeres que repetían lo mismo cuando les iba a llevar su Hoja de Vida, y con marcada indiferencia seguían inmersos en lo suyo, con un gesto indolente que dice mucho, que expresa algo como: “Tu situación no me importa; allá tú con tus problemas, Simón.“
Se acerca navidad, pero como van las cosas, para Simón no habrá diciembre, y el 24 será igual que el 31 y en nada se diferenciará del 1 de enero. Días sin alegría, sin esperanza, sin ganas para vivirlos. Lo que más le conmovió ayer a Simón fue que a su hija se le rompieron los zapatos de ir al colegio. Él se percató pero volvió la mirada hac ia otro lado, como quien no vio nada. Y la camiseta de su hijo, que ya perdió el color. Una agonía que se repite cada vez que llega a casa, y para ser sincero, no quisiera volver porque en lo más íntimo de su ser desea irse caminando por una calle que se pierda en el infinito, en esa línea difusa del horizonte en la que se unen el asfalto y el sol cuando muere en las tardes.
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Tal como van las cosas, Simón no tendrá futuro… Entrará a engrosar las filas de miseria de nuestro sufrido país… |
A su edad, no hay trabajo para Simón, porque en Colombia después de los 35 años se es muy viejo. ¡Quieren gente joven! Y cuando llegan, les dicen: “No tienes mayor experiencia así que te ofrezco el salario mínimo.” Y el gesto de asentimiento de ese joven determina que, en cuestión de horas, a un Simón como a tantos les llegue la carta de despido…
El dolor de una patria que se desangra, de una nación en la que millares de personas se devanan los sesos preguntándose qué vender para ganarse unos pesos, y hacerle el quite a la miseria por el día de hoy hasta que pasen las horas, y se encuentren con la misma encrucijada en la mañana siguiente. Un círculo que jamás termina. Y Simón y su familia viviendo en una Colombia que pareciera resignada a su suerte, donde los niños de los ranchos de cartón y madera ya no sonríen, y en sus ojos reflejan la tristeza y la desolación que embarga a sus padres, y a sus heramintos, y al vecino, y que terminó propagándose como una plaga…
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Simón toma fotos en la Plazoleta de San Francisco, o vende tinto bien de mañana o quizá chontaduro junto a la fuente de agua… Simón es nuestro pueblo colombiano que lucha por sobrevivir… |
Ayer de camino a la oficina en la Gobernación, me encontré con Simón. Está vendiendo dulces en la Plaza de Caycedo, muy a las siete de la mañana. “Ayúdeme con unos dulces…”, dice cuando uno pasa, pero unos metros más allá estaba otro Simón repartiendo volantes para préstamos, y en la esquina otro Simón: Ofrece café tinto y pan en un carrito de madera… Y Simón es tramitador de pasaportes en la Plazoleta de San Francisco, o tiende un plástico frente a la Montecarlo y despliega los periódicos del día… Y allí, junto a él, otro Simón ofrece lustrarme el calzado. Le digo que no, que jamás permito que nadie me lustre porque no concibo a nadie por debajo de mi, y me hace una contra-propuesta: “Se los dejo brillantes por mil quinientos pesos, para el desayunito…”
Preste atención. Le aseguro que también se encontrará con Simón. Simón tiene rostro, sufre, se angustia, piensa en el mañana y encarna a nuestro pueblo, al que se rebusca, al que le pone la trampa al centavo, al que sigue soñando con un mañana de igualdad, de justicia, de trabajo para todos y de estudio para sus hijos… Simón es la razón de ser de nuestra lucha sindical, de este dolor de patria por nuestro pueblo que sufre y el deseo de que las cosas cambien…
NOTA IMPORTANTE:
Esta columna interpreta el pensamiento de su autor y no necesariamente expresa el pensamiento del movimiento sugoviano.
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El Sindicato Unitario de la Gobernación del Valle del Cauca-Diverso pero Unitario, es una Organización Sindical de Industria y/o rama de actividad económica de primer grado y mixta, que tiene en su seno a Servidores Públicos adscritos en los Niveles Central-Descentralizado, EICES-ESES-de Nivel Dptal. y Funcionaros de Educación planta FODE .
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