Los colombianos nos quedamos esperando un debate claro, de ideas y argumentos, en el caso del ex Presidente Uribe. No obstante, ante las acusasiones del Senador, Iván Cepeda Castro, la opción del otrora mandario fue salir de huída… No resultó “buen gallo para la pelea”, como dijera Horacio Serpa…
Por Fernando Alexis Jiménez
Cuando jugaba al fútbol en la cancha del barrio Municipal de Vijes —en mi ya lejana adolescencia–ocurrió un incidente con el muchacho que nos prestaba el balón. Alguien lo empujó y él, que no se ahorraba con nadie y era generoso al repartir patadas canilleras a diestra y siniestra, se ofendió, cogió el balón y se lo llevó… Nos dejó viendo un chispero…
Lo más fácil es irse cuando algo no nos favorece, o golpear la mesa, o hablar duro, o ponernos energúmenos, o hacernos las víctimas. Una estrategia maquiavélica–sin duda–, propia de quienes quieren imponer sus ideas a toda costa, por encima de quien sea.
Y ese comportamiento arrogante, autocrático y pataletoso fue el que apreciamos en el debate que le hizo el Senador, Ivan Cepeda Castro al también Congresista, Álvaro Uribe Vélez. Debo confesar que compré dos litros y medio de gaseosa y una lata grande de crispetas, convencido que esa confrontación de ideas estaba como para alquilar balcón. Pero me quedé con los crespos hechos, porque en la convocatoria Uribe demostró que no es un gallo de pelea sino a través de su cuenta de Twitter y ante las cámaras de televisión.
Uribe no respondió a ninguno de los cuestionamientos que le hizo Cepeda por espacio de hora y media sobre su responsabilidad con el paramilitarismo, los falsos positivos, las desapariciones forzosas, y el inusitado incremento en los crímenes que se agotaron en la vida de dirigentes sindicales, estudiantiles, barriales y defensores de los derechos humanos. Durante su administración pensar se convirtió en algo peligroso, y esa condición de peligrosidad persiste hasta nuestros días.
En cambio Uribe –como ha hecho siempre– arrojó una cortina de humo y, de victimario, se auto proclamó víctima. Obligó a todos a escuchar una perorata de cuarenta minutos en la que se presentó como un ejemplo de superación, respetuoso de la dignidad ajena–la Madre Teresa de Calcuta, Martin Luther King y Gandhi le quedaron pendejos–, un dechado de virtudes como político y empresario, y acosado hoy por los terroristas, término con el que rotula a todos los que piensan distinto.
Al término de su monólogo, propio de quien tiene una creatividad amañada plagada de mentiras que de tanto repetirlas se tornaron verdad en su mente, y muy cercana a la realidad mágica de García Márquez, Uribe se retiró. Irónico: Es camorrero pero cobarde; incendiario pero escapista. Arrogante pero egoísta: Sólo considera válida su forma de ver la vida y de presentar la verdad. Los demás no cuentan, son terroristas…
No es una víctima sino un victimario
Uribe no es una víctima, es un victimario. A él le debemos el cada vez más lesivo sistema laboral imperante, que privilegia los contratos a término fijo y la tercerización del empleo; a él le debemos la profunda crisis en que se encuentra sumida la salud para los colombianos; a él le debemos la pérdida de garantías para los docentes y la conversión de la educación en un negocio que sólo favorece a unos pocos; a él le debemos la agudización del conflicto armado que disparó las olas de desplazamiento forzoso; a él le debemos un incremento inusitado en la muerte y desaparición de dirigentes barriales, estudiantiles, sindicales y de defensores de los derechos humanos bajo la acusasión macabra de ser colaboradores de la insurgencia; a él le debemos los falsos positivos; a él le debemos que el país esté como está.
Con Uribe cualquier posibilidad de paz es lejana. Es un guerrerista que no concibe el diálogo para encontrar soluciones. Si Santos no es un Mesías, Uribe tampoco es el Salvador del país. Pero entre uno y otro, en las pasadas elecciones los colombianos votaron por el menos malo. Además, quienes fueron a las urnas en la segunda vuelta, votaron por la paz, ese anhelo que tenemos la mayoría de los colombianos que no concebimos otros cincuenta años de confrontación armada.
El debate no ha terminado. Quienes seguimos la transmisión de más de siete horas por televisión, creemos que debe continuar y que la deuda que tiene Uribe con la historia y con las víctimas, aún no está saldada.
Lamento eso sí que me quedé con el tarro de gaseosa y la mundial de crispetas… Lo que esperaba iba a ser un debate democrático terminó en un fiasco nacional, salvo –claro está–las denuncias que sustentó Iván Cepeda Castro…
NOTA OBLIGATORIA:
La presente columna expresa el criterio de su autor y no necesariamente encarna el pensamiento del movimiento sugoviano.
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El Sindicato Unitario de la Gobernación del Valle del Cauca-Diverso pero Unitario, es una Organización Sindical de Industria y/o rama de actividad económica de primer grado y mixta, que tiene en su seno a Servidores Públicos adscritos en los Niveles Central-Descentralizado, EICES-ESES-de Nivel Dptal. y Funcionaros de Educación planta FODE .
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