Por Yasmin Velasquez
Aumentar la productividad ha sido desde tiempos egipcios el objetivo de los empresarios buscando mejorar el rendimiento y aumentar las utilidades, de hecho Taylor y Fayol hace una centuria promulgaron las primeras teorías, bajo la óptica de la administración científica.
Pues bien, hoy las organizaciones continúan en la búsqueda de maximizar los esfuerzos del trabajador y si bien el concepto estaba mas asociado al sector de la manufactura, en la actualidad el sector público intenta nivelar por lo alto la oferta de sus bienes y servicios, adoptando y adaptando leyes, normas, decretos, resoluciones y circulares que maximicen el quehacer de sus colaboradores y simultáneamente se tenga algún control sobre lo que hacen.
Entre otras cosas, las cargas laborales que alguien decidió estimar mediante un sencillo formato que ya peregrina por algunos computadores de la institución, es frió y pragmático dejando cabos sueltos que al final del ejercicio quedaran en el limbo.
Es así como la simple actividad de expedir por decir algo, un -certificado de disponibilidad presupuestal- podría tardar entre diez minutos y ciento veinte días. Es una hipérbole dirán algunos, pero para llevar al extremo lo planteado, bien vale la pena asumir estos tiempos como ciertos.
Desde luego en la práctica, quien solicita el apetecido documento podrá informar que no tarda más de cinco minutos en digitar lo que le corresponde y quien lo expide dirá que no tarda más de cuatro minutos en dejar la tarea en su punto.
Un desprevenido y breve análisis de lo anterior, llevaría a pensar que la entidad es salvajemente eficiente, pues la actividad propuesta estaría consumada como producto terminado en nueve minutos, de hecho cualquier empresa del sector privado envidiaría los atomizados tiempos de la eficiencia del sector público. Pero ¿Cuál es la realidad?
La verdad es que no todo funciona tan expedito como se pensaría, pues la combinación de la telaraña burocrática con las exigencias espontáneas que aparecen de la noche a la mañana y los caprichos propios de la condición humana dejan sin piso cualquier planificación por detallada que sea.
Cuentas claras al medir cargas de trabajo
Al hacer un zoom de lo que realmente ocurre al interior de la organización, la brecha de tiempo entre necesitar el documento y obtenerlo puede conducir a esperas insospechadas que acaban con la paciencia de cualquier cristiano. Pero ¿Quién se encargara de dejar las cosas claras en el ejercicio de medir las cargas de trabajo?
Aventurarse a una respuesta es complejo y entre tanto, el consultor encargado de ejecutar el contrato, tomara a pie puntillas, la información que a motu propio cada quien haya decidido exponer y sin lugar a correcciones. En algunos casos los datos consignados serán una especie de salto al vacío, pues al final del ejercicio, bien o mal elaborado resultaran indicadores que dirán en que procesos se requiere personal, en cuales sobra y porque no, cuantos sobran.
Desde luego, no se trata de ser apocalíptico con los resultados, pero bien vale la pena ser lo más realistas posible, máxime cuando se tiene como premisa la certeza de ser el primer ejercicio que se realiza en ciento cinco años de existencia de la organización, de allí que sea sano considerar los impases propios de la inercia del sistema frente a la duración de la actividad por simple que esta parezca.
Por ahora, a pesar de los esfuerzos por modernizar el tema documental, podemos afirmar que lo escrito en la teoría no dialoga con la práctica.
De hecho, sin querer decir que estamos ante la revelación del siglo veintiuno, seguiremos escuchando el discurso perpetuo: –se nos acabó el papel, el jefe no ha firmado, el toner está escaso, el software no funciona, el sistema está cerrado, el sade no ha llegado, estamos en reunión, el computador no prende, estamos en cierre-y múltiples circunstancias más que indican que es mejor ser moderados, incluyendo todos los pormenores que influyen en la tardanza de la actividad.
Varios son los procedimientos transversales que podrían ser objeto de tratamiento similar, o sino que opinen los encargados de llevar a buen puerto un objeto contractual, el cual debe pasar por el implacable filtro jurídico que parece tener respetables pero diversos criterios frente a un mismo tema –“donde hay dos abogados, existen tres conceptos decía el doctor Cristancho”(sic).
Por supuesto, si lo que se trata de medir es el tiempo en el cual madura una actividad que requiera la firma del señor gobernador, el cálculo flotaría en una zona indeterminada, aun si quien lo intenta esta poseído por el don de la clarividencia. Francamente son casos dignos de tratamiento exclusivo que para finalizar la tarea requieren ayudas extras, lobby, imaginación y audacia.
Entonces, la pregunta es obvia. ¿Cuáles serán los tiempos más reales para medir ciertas cargas laborales?
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El Sindicato Unitario de la Gobernación del Valle del Cauca-Diverso pero Unitario, es una Organización Sindical de Industria y/o rama de actividad económica de primer grado y mixta, que tiene en su seno a Servidores Públicos adscritos en los Niveles Central-Descentralizado, EICES-ESES-de Nivel Dptal. y Funcionaros de Educación planta FODE .
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