Un país que dice avanzar en un proceso de paz y la eventual concresión del post-conflicto no debe enfocarse en su fortalecimiento militar, sino en brindar mejores condiciones de vida para los colombianos y, seguridad para quienes piensan diferente.
Por Fernando Alexis Jiménez
Dos anuncios del Gobierno Nacional ponen en evidencia el doble discurso que se maneja alrededor de la paz, y el innegable avance guerrerista de Colombia aún en medio de un proceso de negociación como el que se adelanta en La Habana. De un lado la compra de armamentos para “fortalecer la seguridad nacional” y de otro, la creación de una policía rural, en los campos que justamente se pretende resulten fortalecidos con un post conflicto.
Y de la mano con esas decisiones de seguir fortaleciendo militarmente al país–¿Será esa la forma de expresar que creen que terminará la guerra y los colombianos tendremos sosiego?–está el incremento de muertes agotadas en las vidas de dirigentes sociales como ocurrió con el docente Carlos Alberto Pedraza Salcedo, vilmente asesinado el pasado 19 de enero tras “desaparecer misteriosamente” en la localidad de Teusaquillo, en Bogotá.
¿De que sirve tanta inversión en “seguridad” si los más inseguros son los propios colombianos y, en especial, quienes se atreven a pensar diferente?
Cazando peleas que sólo perjudican a los colombianos
Se fue Uribe de la Presidencia pero quedó su reemplazo: El Ministro Pinzón quien, avalado por Santos, anunció la adquisición de armamento para defender la “soberanía” del país y ejercer control en el territorio nacional. Pues bien, la nueva Fuerza de Tarea de Armas Combinadas de Colombia entró fortalecida con 32 vehículos de combate blindados, cuya tarea será la permanencia en la frontera con Venezuela.
Y surgen varias preguntas: ¿Por qué no ubicarlas en los límites con Brasil, Perú o Ecuador?¿Acaso no tendrá suficiente armamento y equipos nuestra Nación una vez se suscriban los acuerdos de paz para enviar militares a las fronteras? Por supuesto, tomar esta decisión le costará muy caro a los colombianos. ¿Sabía usted que en territorio venezolano, de acuerdo con el DANE, residen alrededor de 4 millones de compatriotas? Una población un poco mayor que la de Cali.
¿Sabe usted lo que va a significar para ellos el que Colombia se ponga a “armar camorra“? Además de la desconfianza entre los venezolanos, les convertirá en blanco de ataques.
Ahora, otro elemento a considerar: Colombia gasta en guerra alrededor de 26,5 billones de pesos anualmente de acuerdo con un informe que usted puede consultar simplemente haciendo clic en el Diario La República. ¿Imagina usted cuánto podrían mejorar las condiciones de vida de los colombianos de a pie si comienza a revertirse ese enorme presupuesto en generación de empleo, educación y salud?
Invertir en la guerra y no dar gestos de creer y apuntarle a la paz es una expresión fehaciente del doble discurso del Gobierno Nacional.
Policía rural para el post-conflicto
El campo colombiano no necesita policía sino estímulos para dinamizar la producción. Condiciones para que los campesinos no migren a las ciudades. Pero en lugar de pensar en promover mejoramiento en las condiciones de vida mediante una infraestructura vial que fortalezca procesos de comercialización de productos agrícolas y pecuarios, servicios básicos fundamentales, hospitales y capital base para incentivar a los pequeños cultivadores, el Presidente Santos anuncia como gran aporte al proceso, la creación de una gendarmería o policía rural.
En su criterio, y como pudimos ver los colombianos en las declaraciones que dio en la televisión, Santos considera que se trata de un “modelo muy importante” para lo cual convocó la colaboración de la Comunidad Europea.
Y no cesan las amenazas y muertes de dirigentes populares
Y a estos dos hechos que empañan la confianza que muchos colombianos tenemos de que la paz se materialice, se suma el preocupante índice de dirigentes populares amenazados o víctimas de atentados que en medio de un proceso de paz se aspiraría que disminuya no que aumente. El más reciente asesinato, el de Carlos Alberto Padraza Salcedo. Como usted recordará en el escándalo están involucrados–aparentemente–agentes del Sijin. Pero ya se está “investigando“.
Alrededor de su muerte se han tejido varias versiones, unas más inverosímiles que las otras en la “cortina de humo” que generalmente se tiende en estos casos.
Un país que se prepara para un post conflicto no debe ni puede estar pensando en fortalecerse con armamento porque lo más seguro es que quedará mucho cuando se suscriban acuerdos de paz; ni tampoco se puede dar el lujo de acompañar diálogos como los de La Habana y los que se inicien con el ELN con hechos preocupantes como el de líderes comunitarios, sindicales y activistas de oposición que son asesinados a plena luz del día.
No cabe duda que mensajes como los de los últimos días, que sólo pueden desdibujarse en la memoria cuando nos venden como gran cosas el que Colombia tiene nueva Miss Universo (¿en qué disminuirá esa frivolidad la pobreza y el desempleo del país?), generan desesperanza porque hacen pensar que si apenas comenzando el proceso, el panorama luce oscuro, cómo será cuando se concrete la tan anhelada paz…
NOTA IMPORTANTE:
La columna que acaba de leer refleja el pensamiento del autor y no necesariamente encarna el pensamiento del movimiento sugoviano.
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El Sindicato Unitario de la Gobernación del Valle del Cauca-Diverso pero Unitario, es una Organización Sindical de Industria y/o rama de actividad económica de primer grado y mixta, que tiene en su seno a Servidores Públicos adscritos en los Niveles Central-Descentralizado, EICES-ESES-de Nivel Dptal. y Funcionaros de Educación planta FODE .
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