Álvaro Ruiz |
| El fin de la guerra colma las expectativas de muchos colombianos. Como decía un campesino: “Es lo que esperábamos hace décadas” |
Por Fabio Ariel Cardozo Montealegre **
Las FARC dejarán en manos de la ONU, la próxima semana, la totalidad de sus armas, cumpliendo de esta manera lo pactado. Dejan atrás una vida de tropeles y afanes, de dolor en su intento por ganar una guerra que todos siempre perdimos.
Inician con este acto de valor, un nuevo camino lleno también de incertidumbres, seguramente menos costosas, pero tan exigentes y riesgosas como la guerra.
Se precisará de mucha audacia, en el sentido de atreverse a renunciar o revisar muchos de los rígidos esquemas que gobernaron su racionalidad política, no significa en absoluto arriar sus banderas de justicia fundamentales, pero sí ampliar su horizonte en la comprensión de un país diverso, complejo, incrédulo y defraudado.
Inician con este acto de valor, un nuevo camino lleno también de incertidumbres, seguramente menos costosas, pero tan exigentes y riesgosas como la guerra.
Se precisará de mucha audacia, en el sentido de atreverse a renunciar o revisar muchos de los rígidos esquemas que gobernaron su racionalidad política, no significa en absoluto arriar sus banderas de justicia fundamentales, pero sí ampliar su horizonte en la comprensión de un país diverso, complejo, incrédulo y defraudado.
La decisión de abandonar las armas tendrá repercusiones insospechadas, así el asunto no haya sido registrado por los medios con la importancia que comporta, su concreción permitirá -en el mediano plazo- fortalecer la democracia, en términos de viabilizar otras opciones políticas distintas a las tradicionales; así mismo, debilitará el discurso de ultraderecha alimentado por el mito de las armas, que a partir de hoy, solo serán trastos viejos dispuestos al crematorio.
Las armas de las FARC nunca habían sido tan poderosas como hoy, ad-portas de su fundición, presionarán a Colombia a marchar hacia una ampliación de su democracia, movilizará al país, como está ocurriendo, por una mayor justicia social.
Este acto histórico de dejación de armas promoverá una nueva cultura política y una dinámica nacional determinante para auspiciar cambios sustanciales en el modelo de país que hoy tenemos. Colombia sin armas tendrá un nuevo amanecer de mayor esperanza.
Este acto histórico de dejación de armas promoverá una nueva cultura política y una dinámica nacional determinante para auspiciar cambios sustanciales en el modelo de país que hoy tenemos. Colombia sin armas tendrá un nuevo amanecer de mayor esperanza.
** Fabio Ariel Cardozo Montealegre es Secretario de Paz Territorial y Reconciliación del Valle del Cauca
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