
Las emisoras de paz son una expresión de nuestra democracia porque abren espacios para la participación ciudadana, abierta y sin restricciones.
Eran otros tiempos. A comienzos de la década de los ochenta. Trabajaba en radionoticieros y en el diario El Caleño. Una época maravillosa e inolvidable en la que se liberaba mucha adrenalina detrás de las noticias. Trabajaba en Cali, pero vivía a treinta kilómetros, en Vijes, un pueblo muy pequeño y hermoso de mi Valle del Cauca, como sacado de un cuento de Gabriel García Márquez.
No podía ocultar el entusiasmo cuando mis paisanos me compartían que escuchaban la radio. “No me pierdo las noticias”, decían e íntimamente experimentaba una satisfacción enorme, como periodista que apenas comienza en el oficio. En ese momento descubrí el enorme poder de la palabra a través de las ondas hertzianas.
Quien deseara tener un espacio en las emisoras debía pagar, y bastante. Un lujo que solo podían darse los charlatanes y quienes pretendían arreglar matrimonios, atraer el ser amado y sanar las “cuitas de los despechados” con tomas mágicas que no eran otra cosa que agua y anilina, que muchos compraban con ilusión.
Lo que rompió esa brecha y permitió que las comunidades pudieran expresarse libremente y sin pagar, fueron las emisoras de paz. Una iniciativa que surgió como consecuencia del Acuerdo de Paz, en noviembre del 2016. Le dio voz a los que, por años, permanecieron callados.
Líderes sociales, comunales e incluso, quienes aprovechan esas ondas para impulsar procesos formativos, han tenido eco, lo que hace poco más de treinta años era imposible.
Desde el 2022 se escuchan voces aisladas e insidiosas de María Fernanda Cabal que pretenden asociar esas radios con plataformas controladas por la insurgencia, lo que no solo riñe con la verdad, sino que pone en peligro a quienes transmiten sus programas. “Es tanto como ponernos una lápida encima”, dijo Walter Salazar, uno de los líderes que se siente hoy amenazado.
La solidez de una democracia se sustenta en que todos puedan expresarse. Materializar aquello de que la participación ciudadana en todos los espacios debe ser abierta y real. En esa dirección, debemos defender la permanencia de las 20 emisoras de paz que hay en Colombia.
(c) Fernando Alexis Jiménez | @CrónicasdeMacondo
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