
Al comenzar el año, llama la atención que son muchas las reparaciones que se requieren en el Palacio de San Francisco, la antigua Lotería del Valle y en la Asamblea Departamental.
No pretendemos ser una “piedra en el zapato” por ser la voz de los que callan y, menos, los únicos que denuncian lo que no marcha bien. Sin embargo, esta vez debemos llamar la atención sobre las reparaciones urgentes que se requieren en varios escenarios de la administración departamental.
PLAZOLETA DE SAN FRANCISCO
De cara a la COP16, se realizó por espacio de dos meses el cerramiento de la Plazoleta de San Francisco. El objetivo era el reemplazo de los adoquines en mal estado.
Sin embargo, muchas losas se encuentran fracturadas y, en aquellas áreas en las que se hizo la reposición, se aprecian unas verdaderas “chambonadas” como se evidencia en los registros fotográficos.
¿Cuánto se invirtió en ese contrato? ¿Cuáles eran los términos de referencia en cuanto a reparaciones? Los trabajos dejan mucho que desear. ¿Dónde está la garantía del contratista? ¿Por qué no la hacen efectiva?
UNA FUENTE SIN AGUA
A comienzos de noviembre del 2024 se inauguró, en la Plazoleta de San Francisco, el jardín biodiverso (ver nota https://lc.cx/XpwAaQ) La imagen, en ese momento, idílica.
Ha pasado el tiempo y, por ejemplo, la fuente lleva varias semanas sin agua y algunas plantas amenazan con secarse.
EL MISMO PROBLEMA DE SIEMPRE…
Hemos insistido en la necesidad de mantener en buen estado las baterías sanitarias, no solo por que los utilizan funcionarios y contratistas, sino por los usuarios. Los baños siguen igual, en mal estado, en el antiguo edificio de la Lotería del Valle y una “perla” en los del primer piso del Palacio de San Francisco. Como para un monumento. ¿A qué nos referimos? Al orinal que lleva varios meses con un letrerito coqueto: “Fuera de servicio”.
Y POR LA ASAMBLEA, TAMBIÉN…
El Edificio San Luis, el “palacio de la democracia regional”, amerita que la administración departamental le “meta mano”. Las baldosas, fracturadas y en algunos casos, unos huecos que dan vergüenza con los visitantes y quienes laboran allí.
En el segundo piso, costado norte, en el piso segundo y justo bajo las escaleras, severa tronera en el techo con cables de energía a la vista.
Y, si prosigue el recorrido, en el tercer piso—costado sur–, muebles viejos que, desconocemos, si forman parte de una exposición de cómo eran los escritorios y sillas hace veinte años.
Concluimos haciendo un llamado para que estos “lunares” se corrijan, aprovechando que como lo dice la administración, han soplado vientos favorables en materia rentística.
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