
No podemos desaprovechar la oportunidad de ir a votar por cambios sustanciales que materialicen las reformas sociales.
Nos encontramos a las puertas de que se presente al Congreso la iniciativa de Consulta Popular y, de la mano con este proyecto, las voces a favor y en contra que se levantarán en esa célula legislativa.
En esa dirección, debe ser claro que la Consulta no se puede politizar. Es decir, ningún partido o movimiento en particular debe escriturarse esta convocatoria al constituyente primario, porque entonces entraríamos a profundizar la polarización que vive el país.
Antes que sacar adelante las reformas sociales que tanto requieren los más vulnerables, terminaríamos en un callejón sin salida. En pocas palabras, más enfrentados que antes.
La Consulta Popular es una de las formas más directas de participación democrática en Colombia y debemos defender ese instrumento, así haya quienes se oponen férreamente para defender intereses particulares.
Es cierto, la propuesta nace en el gobierno del presidente Petro, pero no es petrista. Es de todos los colombianos. Así debemos abrazarla y promoverla, si queremos superar el umbral de los 13.7 millones de votos por el SÍ.
Si los movimientos y organizaciones que convergieron para llevar a la presidencia a Gustavo Petro, se abrogan la pertenencia de la Consulta, estaremos marginando a las militancias de otros partidos y cerraremos las puertas a un paso fundamental para que el cambio siga avanzando en el territorio nacional.
La Consulta Popular, según la Constitución de 1991, es un mecanismo de participación ciudadana que permite a los colombianos pronunciarse sobre aspectos de gran relevancia nacional o local, que no sean exclusivamente de competencia del Congreso o de la Corte Constitucional.
La herramienta fue concebida como un instrumento para que la ciudadanía pueda influir directamente en las decisiones que afectan su vida cotidiana, sin depender de las dinámicas partidistas o de los intereses particulares de los políticos de turno.
Así las cosas, lo más sensato e incluso, inteligente, es desmarcarla del partidismo y convertirla en una plataforma amplia y participativa. Es ahora o nunca.
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